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Dinámica del Desarrollo Humano en el individuo enfermo (opresión espiritual)

Reflexiones basadas en la filosofía de Xavier Zubiri.


Sabemos que la realidad se individualiza en la materialidad y entre más sea un individuo vivo, el mismo, para dejar de ser lo mismo, requiere que sea dinámicamente el mismo, con lo cual se nos esta diciendo, que en la realidad, la esencia del estar siendo del viviente, es una esencia, que solo en lo dinámico se sostiene, siendo el mismo, es decir sano.


Si comparamos al animal con el ser humano nos encontraremos que el animal tiene una estructura formal que le pone limites a su comportamiento y no puede ir más allá de esa estructura formal que dinámicamente le hace ser lo que es. Es decir, la formalidad del animal solo responde estimúlicamente a la suscitaciones que se le presentan. Así la respuesta de los animales esta mas o menos garantizada por su estructura y según el animal no podrán sobrepasar esas limitaciones dinámicas.


En su lugar, el hombre no esta simplemente formalizado, sino que su estructura esta hiperformalizada ya que para dar una respuesta adecuada, el animal humano, tiene que hacerse cargo de la realidad, pues el hombre tiene una capacidad inteligente con la que se enfrenta a las cosas.


Así, mientras que el animal tiene una formalidad estimúlica, el humano tiene una formalidad de realidad. Recordemos que realidad es lo que “da de si.“


Cualquier estimulación que el hombre recibe , en cierto nivel de su existencia y de su realidad, lo sentirá y lo percibirá como un estimulo real. Por lo cual el hombre es un animal de realidades. Así el humano por su inteligencia es una esencia nueva, con una innovación cualitativa, que nace del seno de la materia, es una esencia abierta de lo cual no participa el animal, aun cuando el humano comienza sintiendo estimúlicamente la realidad. Por su inteligencia el humano se constituye un tipo de realidad que es transcendente.


El hombre esta abierto a la realidad en cuanto que se tiene que hacer cargo de la situación de lo real. Y primeramente tiene que hacerse cargo de la situación de su propia realidad, de el mismo, de aquello que lo constituye un tipo especial de realidad, desde donde se da la apertura al resto de la realidad.


El hacerse cargo de su propia realidad significa hacerse cargo de su propia inteligencia, es decir de la realidad de la inteligencia que al estar abierta a su propia realidad nos lleva a la unidad de toda realidad en cuanto tal, y esta es la función transcendente de la inteligencia.


Como todo viviente el humano esta colocado en una situación y esta situación es: entre las cosas. Pero su colocación entre las cosas no son como un simple estimulo, sino que se le presenta como reales, por lo cual el hombre se sitúa instalado en la realidad. Es decir, en un medio en función trascendental que se le denomina mundo: Un sistema de realidades en tanto que realidades.


Como todo animal, la vida del hombre consiste en poseerse, y es importante tener presente que tanto en animales como en el hombre la vida no es un elemento diferente de las estructuras, sino que son las propias estructuras vivientes, por lo que el ser vivo se mantiene en su esencia, por que las estructura que lo formalizan ejecutan tales acciones, que la sustantividad de las estructuras se mantienen y conservan, es decir los vivientes se formalizan en estructuras dinámicas.


El ser humano mantiene sus propias estructuras en una forma diferente al animal, pues las acciones que realiza no solo mantiene la sustantividad de sus estructura sino que al ser realidad y al estar colocado en la realidad, debe conservar y definir la sustantividad que le compete en tanto que realidad y en la realidad. Por esta situación de realidad, el humano al poseerse cómo ser vivo, no significa seguir siendo el mismo como lo es el animal, sino que poseerse es ser su propia realidad. Con esto el hombre al poseerse cómo ser vivo, no solo es una realidad de suyo, sino que es suya.


En los actos de su vida, el hombre puede encontrarse en tres situaciones en el que se posee a si mismo :


El primero es el Me en el que se sitúa entre las cosas: me compro… me siento… me gusta… etc.


El segundo es el Mi en el que el hombre se siente el centro de el medio de las cosas , no solo esta entre las cosas sino que se organiza su mundo y actúa desde esa posición: mi casa… mi profesión… mi…


El tercer momento en el Yo en esta momento el hombre se enfrenta a las cosas como reales en tanto que realidades en el todo de la realidad.


Estos tres momentos son una unidad donde se realiza una reactualización de mi propia realidad, en tanto que mía. No son mi realidad pero si es una reactualización de mi realidad ya que son actos de mi vida.


Cada uno de los actos va calificando, va configurando de una manera modal, rasgo a rasgo la figura de mi propio ser sustantivo .


En el ser humano la vida como un acto de posesión es continuar siento persona (formalidad abierta) confirmándose nuevamente como personalidad (acto intimo de la persona) en cada instante.


El hombre como viviente necesita actualizarse en sus estructuras como humano, en su hiperformalizacion, de tal manera que siga siendo real. Esto solo lo puede lograr en un dinamismo de realidad, es decir, que siempre se mantenga en su estructura abierta y que sus actos permitan seguir manteniendo la apertura real a la realidad, que no es otra cosa que mantener su propia realidad. Su individualidad que siempre será muy especificas y distinta a los demás


En este dinamismo de realidad la enfermedad no es otra cosa que perder esa apertura individualizada de realidad y que es cerrar la propia espiritualidad del humano o su intimidad, a seguir siendo real.


En este cerrarse a la realidad su estructura que es la propia apertura se desequilibra y se inicia un proceso enfermizo, dañándose primeramente el dinamismo de la vida que se va a reflejar en los estados emocionales y si esto se hace crónico, se somatiza para frenar el dinamismo y dar tiempo a la vitalidad de corregir si las circunstancias lo permiten.


Aun cuando hay una unidad en los actos humanos del Me , Mi ,Yo, el atorarse en uno de ellos, nos puede mostrar un nivel enfermizo, que es necesario restablecer, para que se vuelva a actualizar su realidad, en el Yo. Por ejemplo: el Me: puede ser un victimario…


El problema se agudiza cuando los tratamientos solo reprimen lo dinámico o no están individualizados pues no permiten el re equilibrio, desequilibrando más y enfermando más… No todos somos iguales, ni las enfermedades existen.


El reflexionar sobre esta condición de apertura de realidad del ser humano nos permite visualizar el daño que ocasiona un tratamiento no individualizado y de la profundidad en la que se encuentra la enfermedad que no solo es corporal como el mecanicismo del siglo XVI lo estableció y que desgraciadamente sigue vigente en la medicina culturalmente impuesta.


La verdadera causa de la enfermedad radica en lo dinámico que pierde su sentido de intimidad o espiritualidad, en la que el individuo deja de actualizar su propia realidad destruyéndose en si mismo, dejando de“ dar de si mismo“ y deshumanizándose, al perder la apertura de actualización.

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